miércoles, 8 de julio de 2015

Las personas como gestoras de recursos

Un artículo de Eduardo Tolosa, publicado en Deia el 10 de junio 2015

Toda empresa esta integrada por personas y está gestionada por personas. Ante esta evidencia, no debe sorprendernos que un gran número de empresas afirme que su activo más importante son sus personas.

Pero detrás de esa afirmación pueden representarse realidades radicalmente diferentes. Las organizaciones hablan sistemáticamente de “Recursos Humanos” al referirse a sus personas. Lo cual no es precisamente prometedor.

 La consideración de las personas como recursos fue fuertemente reforzada con el enfoque taylorista (sólo unos pocos piensan y planifican y el resto sólo ejecuta) nacido con la creación de las cadenas de montaje para la producción en serie a principios del siglo veinte y que ha tenido plena vigencia hasta los años 50 del siglo XX.

A partir de ese momento el mundo, y especialmente USA, descubrió con sorpresa que los japoneses dominaban en los mercados de electrodomésticos, electrónica de consumo, fotografía y conquistaron un 20% de la todopoderosa industria del automóvil.

¿Qué había pasado?. En Japón, al término de la segunda guerra mundial, sí que era una realidad el que las personas fueran su principal activo…y casi su único activo. Y eran plenamente conscientes de ello. Por ello emprendieron una serie de acciones decididas para que este paradigma se convirtiera en su principal fuerza competitiva.

Y así se embarcaron en una acción colectiva, disciplinada y decidida para conseguir el compromiso (motivación) de las personas  con la empresa (y de la empresa con las personas) así como la entrega de su conocimiento a la empresa (y gestión del conocimiento por parte de la empresa). Consideraron que estos  son elementos clave para la mejora de la competitividad de la empresa.

Su aplicación rigurosa y de forma sistemática es lo que justifica el éxito del Japón de la postguerra. Y este mismo enfoque es el que puede hacer realmente competitiva a cualquier empresa u organización.
Ahora bien ¿como se consigue el compromiso de las personas, es decir su entrega? y ¿cómo se consigue explicitar, incrementar y movilizar positivamente el conocimiento de las personas en beneficio de la organización?¿y que todo ello conforme un conjunto armónico orientado a materializar la razón de ser de la empresa u organización?.

Los mecanismos a poner en juego son relativamente sencillos. El cambio de paradigma y de actitudes y estructura mental necesarios para activarlos son, en cambio, revolucionarios.

Como medida previa es preciso romper con la estructura jerárquico-funcional tradicional, con su correspondiente organigrama y sustituirla por un sistema de procesos que entreguen valor a los clientes mediante la cadena de valor: cliente, cliente interno, proveedor interno, proveedor externo.

Ello debe estar soportado por la creación de un sistema participativo en el que cada persona pueda aportar tanto su conocimiento como su capacidad de decisión (dentro de sus competencias y rol que tenga asignado) en el seno de un sistema orgánico perfectamente estructurado y orientado hacia la consecución de la razón de ser de la empresa u organización.

La transparencia, equidad, comunicación, solidaridad y respeto hacia las personas son imprescindibles para movilizar el compromiso y la entrega del esfuerzo personal de todas y cada una de las personas que integran la organización.

Pocas organizaciones tienen la comprensión y consciencia de que estos factores son los imprescindibles para la mejora de su competitividad, menos las que están dispuestas a avanzar por este camino y muchísimas menos las que adoptan la decisión meditada y consciente de hacerlo y pasan a la acción.

A nivel mundial, con la Toyota a la cabeza, una mayoría de la industria japonesa tiene integradas estas prácticas. En el resto del mundo su puesta en práctica es más bien anecdótica.
En el País Vasco todas las organizaciones que han obtenido los reconocimientos de las “Q”  han dado pasos serios en la buena dirección.

Un caso especial, también en el País Vasco son las cooperativas que cumplen  con los requisitos de transparencia, equidad, comunicación, solidaridad y respeto hacia las personas. La reciente quiebra de Fagor Electrodomésticos, sin embargo, obliga a realizar un análisis en profundidad para determinar cómo el ideal cooperativo se concreta en la realidad.

El Grupo NER, liderado por Koldo Saratxaga, es un buen ejemplo de mejora de la competitividad basada en el desarrollo de las personas.

Dos organizaciones que responden perfectamente a este modelo son Novia Salcedo Fundación, dedicada a la inserción de los jóvenes en el mundo laboral y la Fundación Etorkintza, orientada hacia el apoyo a las personas con riesgo de exclusión social provocado por las adicciones. Su pequeña dimensión, apertura y accesibilidad hacen factible el que  puedan ser utilizadas como referente por aquellas organizaciones que quieran avanzar de forma segura por el camino de constituir a sus personas como su principal fuerza competitiva..…y de supervivencia a largo plazo.

Eduardo Tolosa

Vicepresidente de Etorkintza

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